Recuerda que por ti añoraré siempre
el silencio nevado de los picos
lebaniegos;
y las piscinas sureñas y azules
aquel agosto de color y noches
luminosas.
Recuerda que por ti llevo en lo hondo
de mi anhelo las campanas nubladas
del Big Ben,
y las lágrimas corren a mis ojos
cuando, a traición, escucho en algún sitio
sevillanas.
Recuerda que por ti Victoria y toalla
son palabras que me dejan silencioso,
pensativo:
y que gracias a ti el once de abril
será un día querido y celebrado
para siempre.
Por ti podré avanzar en las tinieblas
como si paseara por un jardín;
resurgir
cuando lleguen la muerte y los problemas;
y no habrá más caminos que se deban
desandar.
Por ti los perros, el mar y la niebla.
por ti las guerras, la moda, los barcos
y la música;
por ti, por ti, por ti. Por ti. Por ti.
cada cosa, cada instante, llamea,
renacido.
Recuerda que por ti todo ha cambiado.
Que has dejado el calor de tu presencia,
de tu luz,
en todos los rincones de mi vida,
haciendola brillar, vibrar, rugir...
inmortal.
* * *
Es un error que la aurora
se presente cada día
ignorando esta agonía
de tu ausencia destructora.
Qué extraños me son ahora
la fiesta, el júbilo, el beso;
cuando en la distancia preso
me veo y sin compasión
desoyes mi corazón
que llora por tu regreso.
Pero no importa qué mar
nos separe, las montañas
a escalar o las hazañas
necesarias para estar
contigo: voy a volar
hasta ti, da igual lo dura
que resulte la aventura.
Los males serán pequeños
si vuelvo a tener mis sueños:
tu amor, tu voz, tu ternura.
* * *
Espero que pronto comprendas
que no soy mal tipo;
y un día te vistas
de novia y te cases conmigo.
Espero verte llegar
de donde sea,
cada tarde de mi vida,
hasta el final.
Espero ver películas
a tu lado en un sillón
y perdérmelas todas
por mirarte fascinado.
Espero que corramos juntos
entre risas y canciones
por todos los campos del mundo,
bajo el sol, bajo la luna.
Espero vivir contigo
todo lo que me queda por vivir;
sin ti, no me interesa.
Espero que pongamos
juntos el lavaplatos
repasando qué tal nos ha ido el día.
Espero que nunca nos separemos,
que discutamos poco
y siempre ganes tú.
Espero tus arrugas,
ver tu belleza ganándole al tiempo,
la carrera cuando te hagas viejecita.
Espero no perderme tus sonrisas,
ni el mágico misterio de tus lágrimas.
Espero ver crecer a nuestros hijos
en torno a tu cariño.
Espero que seamos muy felices
poniéndonos morados de perdices.
Morir acompañado de tus besos.
Abrazarte en el Cielo para siempre.
***
Retumbas en mí, entre olas de recuerdos:
ese instante feliz, tras una vida
entera en que te vi por vez primera;
al amanecer, en una oficina,
brillabas enmarcada entre cristales.
Después, tus mensajes. ¡Cuánta alegría
cabía en los circuitos de un teléfono!
Lo que en mí no eras tú, se hizo cenizas.
Me veo entonces, devorando fotos
que habían atrapado tu sonrisa,
tu imagen prisionera en la pantalla
artificial de un portátil -astillas
de la realidad para mi adicción
a tu presencia-. Pronto llegó el día
del primer beso, que se adelantó
como un verano feliz; fue la chispa
que encendió el sol, aprender el sabor
de tu cariño. Momentos de dicha.
Pero latido a latido, minuto
a minuto, se desangró la ría
de nuestro tiempo: fuimos empujados
como reses a aquella despedida:
y una vez mas, tu figura enclaustrada
en la puerta del avión, abatida,
con ese 'adios, adiós' en tu mirada
marchándote en la noche, en la agonía.
Ante esa imagen me chisporrotea
todo, quedo a oscuras y la mordida
del tiempo y la distancia duele más;
sólo tengo tu recuerdo, tu brisa,
el dolor de tu ausencia inexpugnable.
¿Cuándo vas a volver, querida niña?
¿Cuándo vendrás, por fin, atravesando
mi tristeza: ese océano de frías
memorias que me ahoga y me traerás
la luz de ese amar tuyo que me chifla?
***
Ahora os desvelaré la receta
de la felicidad:
Una mezcla repleta
de sensatez con veintidós veranos,
hombros morenos, de feminidad
mil camiones, dos manos
rellenas de caricias, una voz
pura. Con el dolor, brazos cercanos.
Ojos de luz y llanto,
y una mente veloz
y despierta. El humor: lleno de encanto.
Un enfado andaluz.
De tranquilidad tanto
como de nobleza. El amanecer
risueño, mimos con la última luz
de cada anochecer.
Un espíritu libre, una sonrisa
que pone a hervir la sangre en su primer
esbozo, blanca frente,
olor a mar y a brisa.
Pero siempre os faltará un ingrediente:
nunca podréis poner
su corazón, por tanto,
aunque todo lo imitéis bien, hermanos,
vuestra receta quedará incompleta.
* * *
No serás del príncipe o el soldado;
erraron sus princesas; con valor
murieron y en el último estertor
gritaron algún nombre equivocado.
Nunca tendrán tus besos, ni el ansiado
calor de tus "te quiero", ni el temblor
de tu risa; no sabrán del temor
al tiempo, que te aleja de su lado.
Sabios, ricos, poetas; en esencia
te buscaban sin saber que su pena
venía provocada por tu ausencia.
Pero tú, de puntillas en la arena,
cantaste sin palabras tu sentencia:
ser mi final feliz, mi última escena.
***
Libre
La tarde empeoraba; alguien abrió
el capó de mi vida cotidiana
y me ahogaba en ese mar de tornillos
y tubitos y tuercas y bujías
anodinas que forman mi rutina,
diez mil estupideces enredadas
y sincronizadas como un reloj:
El recibo del coche devuelto; ese picor
en la garganta que me advierte con cuatro días
de antelación la llegada de una fiebre china
de las que te meten en la cama sin cenar;
la tristeza punzante por un amigo idiota
que ha decidido tirar su vida a la basura
al grito de "me caso, ella me encanta y me llena"
-mentira, no le encanta-; las cuotas del colegio
de abogados; un error absurdo en el trabajo
de la jefa de Fiscal, -la pobre es gilipollas-;
el cumpleaños olvidado, la alergia al polen
y en fin: una legión de bobadas rodeándome
y saltando en torno mientras me iban absorbiendo;
La luz del ocaso no ayudaba: lo teñía
todo color mierda
y cuando casi soy naufrago en la tristeza,
de pronto...
tú.
Entras, te acercas, te sientas, me miras
Y con ese "Qué tal" y tu sonrisa,
todo se cuadra, se hace bueno;
todo se entiende y se ama.
***
Libre
Impresiona comprobar que todo -TODO-
reciente o lejano en mi vida ha sido un prólogo;
era convertirme en capitán para poder
navegar tu primer "¡Hola!";
era una escalera que subía hasta ese día
luminoso de tu risa; construir,
armar, año tras año, un escenario
recogido para el "show" de tu mirada
alucinante; saber llegar al puerto de tu vida.