Rubalcaba es un gran virtuoso de la mentira. En su forma de mentir hay arte, hay ciencia y hay experiencia. Miente con una maestría asombrosa. En la televisión, en directo, ante millones de personas afirmó anoche, sin pudor alguno, que la ley del aborto, la de parejas de hecho y la de matrimonio homosexual -y cito literalmente sus palabras- "son leyes que amplían la libertad y no hacen daño a nadie."
En cuanto a la de las parejas de hecho, no hacía falta ninguna ley: eran parejas de hecho y tras la ley lo son de derecho. Adiós a las parejas "de hecho". Respecto a los homosexuales; antes de "la ley" podían ir a vivir juntos, con independencia de que esa unión no es -nunca lo será- ningún "matrimonio". La del aborto no hace daño a nadie, excepto al bebé, que acaba hecho trizas en un cubo de basura.
Como virtuoso de la mentira, Rubalcaba escondió el verdadero fin de todas esas leyes: la desacralización del hombre, el adocenamiento de las masas y la creación de una conciencia gregaria parapetada en una tolerancia ciega y acrítica que es fundamental para que ciertas ideas -de las que él vive- puedan prosperar en una sociedad que, de otra manera, le escupiría a la cara.
Que te jodan, Rubalcaba: No cuela.