Causa tristeza y decepción ver a tanto hispano lamentándose del "Bréxit" y lloriqueando por "Europa". Tristeza por constatar que ya somos sólo una sombra de lo que fuimos. Decepción, por el número ingente de personas que acatan y hacen suyas, sin pensarlo dos veces, las máximas de adoctrinamiento ideológico y social que -con pequeñas diferencias- brotan de los medios de comunicación.
Un breve análisis basta para entender la farsa del actual concepto de "Europa", que está condenado a extinguirse -cuanto antes, mejor-. Sé que abreviar es malo y que hay matices importantes, pero en un mundo de 140 caracteres, extenderse es pecado mortal.
Lo primero que hay que aclarar es que el concepto actual de "Europa" como "unión" es un concepto de fabricación británica, acuñado a mediados del siglo XX para interés y beneficio, -en primer lugar- de la Gran Bretaña y en segundo lugar (muy en segundo lugar) para el eventual beneficio de los países europeos (y no era condición esencial).
La Gran Bretaña está a sólo 33 kilómetros de Europa, imposibilitando un aislacionismo de corte estadounidense (con el que sueñan y suspiran). Llevamos doscientos años –desde Disraeli–, viendo a Gran Bretaña sobrevivir y hacerse fuerte a costa de mantener débil y dividida al resto de Europa (que de por sí ha estado siempre bastante dividida). Los chicos no han cambiado un pelo. La caída del Muro vació de sentido el esfuerzo unificador que se vieron obligados a adoptar los hijos de la Gran Bretaña para evitar que las hordas de Stalin, Jrushchov, Brézhnev, Andropov, etc., acabasen bailando una Kalinka sobre las ruinas del Big Ben. Europa es el mejor escudo, milores.
La Gran Bretaña nunca ha estado metida, realmente, en ninguna "Unión Europea", por mucho que durante unos años hayan permitido a determinados "europeos" viajar o vivir en Londres sin visado: la Libra Esterlina sigue viva, tras la muerte de valores tan poderosos como el Marco alemán y el Franco francés, etc. La Gran Bretaña, por un lado firmó el tratado de Bruselas, para -a continuación- escabullirse de la firma del tratado de París, al tiempo que evitaba la CECA. No son tontos. Lo tenían claro desde el principio. Y una vez más, el que ha pisado el cepo hasta el corvejón ha sido el "pobre" pueblo alemán, que creyendo estar subiendo al podio de Europa (que se le ha escapado una y otra vez) se ha vuelto a encontrar haciendo el canelo en un escenario de quita y pon, montado y jaleado desde la isla: la medalla no era tal, el podio era de cartón. Siguen siendo tan buenos mecánicos como ingenuos. (Aunque al menos ellos han subido al podio de cartón: otros no hemos tenido ni eso).
Hace unos años, la Gran Bretaña verificó que, en eso de "Europa", (con la llegada de la crisis económica de 2007 y el posterior terrorismo islamista –ambos sin precedentes en el siglo anterior por su magnitud–), le iba a salir mas caro el collar que el perro. Y se han ido. Igual que se han ido de muchos otros sitios antes, a lo largo de la Historia, dejando tras de sí miseria, dolor, sufrimiento y abandono de sus ex-socios. Porque, a los hijos de la Gran Bretaña, hay cosas que se les dan muy bien. Una de ellas es hacer pasta. Y en Europa, ahora mismo, no queda mucha. Los hijos de la Gran Bretaña hacen bien muchas cosas; y otra de ellas es ser unos perfectos y sucios cabrones. Y no lo son "por irse de Europa", sino por caer en esa maldición que tan bien se resume en el veredicto del Juez Haywood, al final de "Vencedores y vencidos", y que ya les ha costado la ruina y la muerte como Nación ante la Historia: "sobrevivir a cualquier precio: pero...¿sobrevivir como qué?".
En su caso, como unos perfectos y sucios piratas. Siempre lo han sido. Y siempre lo serán. El caso es que ahora, esta "Europa" va a desaparecer. Y debe desaparecer. Y es importante entender por qué.
El único concepto de Europa "sano" por el que habría valido la pena lamentarse en caso de fractura o peligro de extinción, lleva muerto (aunque sin enterrar) unos treinta años. Al empezar este coñazo, decíamos por encima como los británicos son expertos instrumentalizando lo que haga falta, con tal de salvar su trasero. Han instrumentalizado personas, países, iglesias y dioses... Europa no ha sido una excepción.
A lo que íbamos: merced, en gran parte (aunque no sólo) a esa influencia devastadora de la Gran Bretaña, Europa ha ido mutando para mal: de un bastión cultural e ideológico vivo, a un parque geoestratégico de índole político-militar (hasta 1980), para reducirse a parqué estrictamente financiero, maltrecho y muy corto de gasolina.
Así que Europa ha perdido la poca identidad que le quedaba.
La Unión Europea, como hoy la entendemos o percibimos, habría tenido sentido si hubiera conservado en su genoma lo único que tenían en común los pueblos de Europa: el cristianismo, espinazo de "Occidente". No es el caso: Dios y la religión han muerto, sentenciados, en esta Europa, dando lugar al súper-hombre europeo, que nace, vive, paga impuestos, se aparea y muere con ridícula monotonía y planes de pensiones, sin dejar huella de ningún tipo, durante los escasos y aburridísimos días que dura su caminar en este planeta.
En este escenario nada nos une a un francés, a un alemán o a un italiano (por no hablar de suecos o rumanos). Nada de nada. Llevamos siglos de guerras entre nosotros. Ya no nos da ni para eso; y no porque hayamos mejorado como "europeos", sino porque "Europa" se ha esfumado de manera absoluta.
Europa fue. Europa murió. No podemos dejar que nos incrusten en el cerebro la idea de que "es nuestra casa y tenemos que defenderla"... porque no lo es.
Lo único que queda de "Europa" son intereses económicos. Tras la bandera azul del circulo de estrellas no hay valores, ni ideologías, ni principios. Y en ese plan, los más fuertes van a devorar sin compasión a los más débiles. Y España, hoy, está entre los débiles. (Y a ratos entre los más ingenuos). Esta "Europa" es, ahora mismo, una trampa que a España le va a costar muy, muy cara: le va a traer muchos años de sufrimiento atroz.
En el momento previo al referendum que dio lugar al Brexit, nuestros socios Alemania y Francia, en nombre de "Europa", estaban reclamando 6.000 millones de euros a España por incumplir el déficit (ese mismo déficit que ellas dos traspasaron y cuyas multas se negaron a afrontar, auto-condonándoselas en el escenario parlamentario europeo). Y eso después de que Rajoy arrasase sin pensarlo a toda la Nación, quemando el porvenir de España en la pira, para encender incienso a los que mandan en Europa. Ahora, para pagar a Francia y Alemania esos 6.000 euros, ha subido el impuesto de sociedades: las empresitas españolas van a tener que pagar aún más por trabajar lo mismo. Un disparate.
Solo hay una solución: responder al Brexit con el "Espaxit", poniendo un presidente fuerte en la Moncloa (lamentablemente, ese no era Rajoy, ni ninguno de los trepas que lideran la oposición -especialmente el engañabobos de la coleta-).
España es todo lo que nos queda. Es lo único que vale la pena defender. No será fácil, pero cada paso en esa dirección, hará mas fácil el siguiente. No habrá de ser a cualquier precio (como la Gran Bretaña), pero habrá que hacerlo, por el bien de los españoles. Hay que salir de "Europa".
Y "Europa" puede irse al infierno -algo en lo que, por cierto, está realmente empeñada desde hace varias décadas-.
Después de todo, toda ese cambalache siempre empezó más allá de los Pirineos, a donde iban nuestros padres a quemar herejes, a hundir sus flotas o a defender nuestras posesiones. (O sea: ya no tenemos motivos).