En la Historia de la Humanidad, pocas naciones han jugado un papel protagonista. Y entre esas, unas han dado luz y otras oscuridad. España no sólo ha tenido el papel más grande: también el más luminoso. Hoy el mundo nos muestra el tablero trazado antaño por sus grandes reyes y emperadores: millones de personas elevan hoy sus almas a Dios en todo el orbe porque Isabel y Fernando y sus gloriosos vástagos supieron ceñirse la corona para el fin debido. Hoy, terminado aquello, nos queda el orgullo de la misión cumplida y el don de ser hijos de tan hermosa patria, una patria con un designio cumplido y una estrella seguida hasta el final. Por eso, los lloriqueos de los independentistas y de quienes menosprecian lo que somos de cualquier otra forma, suenan como aquel babear infernal de los ineptos que bailaban en torno al becerro de oro después de haber visto la columna de fuego en la noche y el mar abierto a derecha e izquierda ante ellos.
Viva España, señores.
Viva España.