Todo astro del cine tiene un comienzo, toda estrella tiene un primer resplandor que permanece inalterable a través de los años, sin perder fuerza, provocando admiración y entusiasmo en cuantos lo contemplan. Tal es el caso de Frank Capra y de su primera gran película: "Sucedió una noche". "Sucedió una noche" marca el comienzo de la deslumbrante carrera que, en pocos años amontonaría tesoros como "Qué bello es vivir"; "Juan Nadie"; "Vive como quieras"; "Caballero sin Espada"; "El secreto de vivir"… Es la película con la que Frank Capra subió al pedestal de los maestros. Generaciones enteras de directores la estudiarían con asombro, intentando encontrar el secreto de su incuestionable grandeza.
Sucedió una noche (It happened one night) es una película de una sencillez aplastante, de una candidez incontestable. Verla obliga al espectador a preguntarse si es tan sencillo como parece hacer una película así de buena, una obra maestra del cine. Porque "Sucedió una noche" es, sin duda, una obra maestra y, como otras, provoca en el espectador esa sonrisa feliz que surge cuando se tropieza inesperadamente con una gran película, con una "película de verdad". Por su maestría, "Sucedió una noche" no envejece y sigue haciendo las delicias de todos los que la disfrutan. El guión, sobrio y redondo, surgió de una revista americana que cosechaba su mejor público en las peluquerías femeninas. En un número de esa revista se contaba -entre otras noticias que sólo son relevantes en el sórdido mundillo rosa- la huída que había protagonizado una hija rica de la mansión de su padre, para reunirse con su amado. Esta anécdota, relatada en forma de cuento corto por Samuel Hopkins Adams, pronto habría sido olvidada si el joven Frank Capra no hubiese descubierto ahí la oportunidad de un gran guión: el guión de la que sería la primera comedia romántica de la historia del cine.
"Sucedió una Noche" nos cuenta como Ellen Andrews, hija de un rico magnate americano, cansada de la férrea vigilancia de su padre, decide abandonarle y huir a Nueva York en un autobús nocturno para reunirse con su amado; un piloto de gran renombre en la alta sociedad. El padre de Ellen se opone a esa relación por considerar al piloto "un fatuo y un insustancial", pero para la chica ese romance es la única forma de escapar de la prisión de oro en la que se encuentra. Emprende su huida y su viaje con decisión; el padre, desesperado, ofrece una recompensa a quien la encuentre y moviliza a policías y espías por toda la costa este de Estados Unidos, pero Ellen -acostumbrada a ser perseguida y vigilada por "los detectives de papá"- sortea todos los obstáculos que intentan impedir su fuga…menos uno: Peter Warne, un periodista recién expulsado del periódico en el que trabajaba y que coincide con ella en el autobús de línea nocturno. Él reconoce a la chica por la prensa y hace un pacto con ella: Le ayudará a llegar hasta su amado y, a cambio, él se quedará con la exclusiva de la huída para vendérsela al periódico. Si se niega, llamará a su padre y cobrará la recompensa. Ellen acepta a regañadientes y ambos inician el viaje…viaje que ninguno de ellos sospecha como terminará.
Cuando Frank Capra hubo convencido a los productores de Columbia Pictures de que el guión de "Sucedió una noche" (originalmente titulado "Night Bus") era lo suficientemente bueno como para convertirse en película, se embarcó en la tarea de buscar a los actores que darían vida a los dos protagonistas. Para el personaje del desenfadado y altivo periodista parado, seleccionó a un joven actor de talante engreído y arrogante, por entonces desconocido, pero con todas las características que Capra buscaba para ese papel. El joven se llamaba Clark Gable y aceptó el papel de inmediato. Para el papel de Ellen Andrews, la hija rica del padre rico, Capra tenía claro desde el principio a quien necesitaba: una de las actrices más glamourosas y chics del momento: Claudette Colbert. La encontró en su mansión de California a punto de irse de vacaciones. Capra le contó la historia que se proponía rodar. Ella no accedió. Capra insistió. Ella se negó. Capra volvió a insistir y finalmente Claudette, con aire disuasorio, dijo que solo aceptaría el trabajo si le doblaban la cantidad de dinero que le habían ofrecido al principio y si se rodaba la película tan sólo en un mes. Aunque las condiciones impuestas por Claudette eran muy duras, Capra lo tenía muy claro y aceptó el reto; la necesitaba en la película. Algo aturdida, Claudette firmó el contrato y deshizo las maletas. El resto del reparto fue reunido con rapidez . Hay que señalar a un jovencísimo Ward Bond en el papel de conductor del primer autobús. Terminada la labor de reunir al reparto, comenzó la del rodaje, que fue una auténtica carrera contra reloj.
Parecía fácil rodar la película: apenas había que construir tres pequeños decorados (un autobús, una habitación de hotel y un pajar) y el resto de las escenas -la mayoría- se rodarían en lugares reales. Pero surgieron contratiempos. El más serio fue Claudette Colbert: dio rienda suelta a sus quejas y caprichos durante todo el rodaje, poniendo al joven director contra las cuerdas en varias ocasiones. Un buen ejemplo de esto sucedió al rodar la célebre escena en que la protagonista hace auto-stop con la pierna. Claudette, indignada ante la idea, se negó a rodarla y hubo que contratar a una extra para que hiciese esa toma en su lugar. En el momento en que se rodaba Claudette irrumpió gritando: "Sáquenla de ahí: ¡esa no es mi pierna!¡Yo haré la escena!". Durante todo el rodaje, Claudette fue un cúmulo de problemas y contratiempos. Pero si su presencia en el plató fue motivo de tensiones y disgustos, la de Clark Gable fue para Capra todo lo contrario: ambos congeniaron inmediatamente y juntos disfrutaron del rodaje desde el principio hasta el fin, bromeando y riendo sin parar. En un mes la película estaba terminada. Capra se zambulló en el montaje, Clark Gable volvió a sentarse a esperar un papel y Claudette se fue de vacaciones, no sin antes avisar a todas sus amistades que acababa de terminar de rodar la peor película de su carrera.
Desde su estreno "Sucedió una noche" fue un éxito apoteósico, sin precedentes. "La gente iba a verla -comenta Frank Capra jr. recordando el suceso- y volvía con sus amigos, que a su vez volvían con los suyos…". Las taquillas se desbordaron y las arcas de Columbia Pictures saltaron por los aires. Era un triunfo como no había habido uno hasta entonces. Batió récords de espectadores, de permanencia en las salas y de traducciones: fue un éxito tan rotundo como inesperado.
En la pantalla Claudette Colbert y Clark Gable ofrecen una interpretación gloriosa, un trabajo admirable; ambos se complementan a la perfección. La trama crece en intensidad minuto a minuto. Hay secuencias magistrales, como la que discurre dentro del primer hotel -y que da título a la película en algunos países:"Las murallas de Jericó"- o en el pajar. Otras escenas y secuencias son genialidades que sólo Frank Capra podría justificar y motivar: la del auto-stop, la de la canción popular en el autobús (The man on the flying trapeze) y la del río, entre otras. Los personajes que desfilan en segundo plano son un ejemplo imperecedero de lo que puede y debe ser cualquier personaje en cualquier película, estando cada uno de ellos definido al detalle, dirigidos con gran talento y escondiendo detrás historias que Capra apenas esboza, pero que llenan la imaginación y el alma del espectador.
"Sucedió una noche" fue nominada al oscar en las cinco categorías más importantes: película, guión, director, actor y actriz. Claudette seguía incrédula y en el último momento la convencieron para que asistiera a la ceremonia. En la noche de la gala de 1934 esta película se convirtió en la primera de la historia del cine en recibir los cinco "grandes", consiguiendo el galardón en todas sus nominaciones. En el momento de recibir la estatuilla, Claudette parecía asombrada: subió al escenario, cogió su premio agradeciéndolo escuetamente y se dispuso a bajar del escenario sin más ceremonias. Pero se detuvo a medio camino, volvió sobre sus pasos y desde allí, con los ojos llenos de lágrimas confesó, al fin: -Esto se lo debo a Frank Capra. Ella, que entonces era una estrella en auge, no podía saber que pocos años después apenas se la recordaría y probablemente hoy sería pasto del olvido como tantas colegas suyas de aquella época, si Capra no hubiese insistido en incluir su magnífica interpretación en esta maravillosa película. Por el contrario, Clark Gable se convirtió en el más cotizado galán de aquel Hollywood, culminando su carrera pocos años después con su papel inmortal en "Lo que el viento se llevó".
Por su parte, Frank Capra comenzaba con "Sucedió una noche" esa majestuosa carrera como director que hoy es materia obligada de examen en todas las escuelas cinematográficas y que se yergue como bastión indestructible de ese cine esplendoroso que sirve para contar y disfrutar la grandeza que tiene el hombre, por el mero hecho de serlo.