Aquí estás. Has venido. Aún hay quien dice que eres un mito. Un cuento como Cenicienta o Star Wars. Una fabulilla para viejas. Que no eres verdad: que no puedes serlo estando el mundo así. Que si existieses, harías algo. Dirías algo. Que si nos quisieras tanto como dices, vendrías. ¡Pero aquí estás! Has venido. Te has atado a esta vida mortal, a los pañales, a los constipados, a la comida de mierda del cole, a los Herodes, a los posaderos que van a su bola y dejan a tus padres a punto de dar a luz tirados en un establo… al trágico mundo de Hombres. Vienes a seguir el mismo destino que Tú, nuestro Creador, has permitido para nosotros: eres sólo un bebé y ya estás sentenciado. Y dentro de poco ese árbol lleno de luces y guirnaldas será talado, harán con él una cruz y te matarán en ella. Y todos los que, alegres y triunfantes, estamos hoy aquí, habremos huido y te dejaremos solo.
Antes de que eso suceda, de rodillas a los pies de tu cuna, te confieso como mi Dios. Bebote pequeño e indefenso: tú eres Dios. El Dios de Abraham, de Isaac, de Jacob. El Dios de mis padres, el Dios de mis hijos; el Dios de mi casa y de mi Pueblo (no pueblo en plan "Mondongos del Segre”, sino "populus", "genus", "gens"; estirpe, linaje, familia). El Dios olvidado por Facebook, por los doodles de Google y por la tele. El Dios que creó el Cosmos en “cero coma” y lo mantiene amorosamente en el Ser. Mientras eres arrullado por la Santísima Virgen María con su voz inmaculada en esta divina noche, mientras tus mensajeros, los Ángeles, anuncian a los hombres la llegada de su Salvador, la hora solemne de su liberación, te dejo mi habitual súplica:
Bendice a mi familia y a mis amigos en este nuevo año.
Danos sabiduría y fortaleza para alcanzar la Salvación que nos traes.
Danos salud, pasta y trabajo a espuertas.
Que no nos pierdan los éxitos y fracasos de esta vida efímera y caduca.
Y (parafraseando a Chergé) concédenos a todos que, pase lo que pase,
al final podamos encontrarnos todos de nuevo a tu lado
y abrazarnos, como ladrones felices, en el Paraíso.
¡Feliz Navidad!