En Demópolis la igualdad entre hombres y mujeres se alcanzará “aunque haya que derramar la sangre de quienes se opongan” (como literalmente dijo Pablo Iglesias II -cuando aún era mujer y se llamaba Aitana-). Para asegurar La Igualdad los líderes del pueblo decretaron la Ley de cupo profesional, cuyo artículo primero dice “todo ente público o privado tendrá obligatoriamente un 50% de hombres y un 50% de mujeres, evitando así toda discriminación por sexo”. Para implantar esa ley se promulgó un reglamento de desarrollo, que en su artículo primero señalaba: “para formar eficazmente una mitad de cada sexo, se discriminará a los candidatos el sexo opuesto en cada uno de ambos grupos”. El Tribunal Suprapopular anuló el reglamento señalando que era sexista y atentaba contra la igualdad, “por lo menos en el grupo del 50% masculino, al discriminar a las mujeres por razón de su sexo”. Hubo algún fusilamiento y se arregló.
Luego, a iniciativa de la Ministeria de la Mujer, vinieron las diecinueve campañas de sororidad del Ministerio de Propaganda, Adoctrinamiento y Politesse, basada en el hecho empírico de que, a lo largo de su vida, los peores problemas para una mujer normalmente eran causados por otras mujeres. Especialmente destacable fue el cartel en el que se veía el primer plano de una mujer con una leyenda que decía “¿Una bruja o una hermana?”. Y así, muchas han sido las medidas instauradas en la República Sociocrática de España para alcanzar la igualdad absoluta, intangible y apoteósica de la mujer.
Sin embargo hay un ámbito al que la igualdad se resiste a llegar: el fútbol.
A pesar de los intentos de los líderes del pueblo por impulsar la afición y el seguimiento de los partidos de la liga SAREB femenina, los estadios de Demópolis siguen llenándose hasta la bandera cuando juegan los equipos masculinos… y permanecen casi vacíos cuando juegan los equipos femeninos de los mismos clubes.
Para paliar esta aberración se aprobó el Decreto Urgente 27.209/2038 por el que se establecen los turnos de asistencia obligatoria de la población a partidos de liga femenina. Desde entonces los ciudadanos reciben citaciones personales comunicándoles las fechas de los partidos de fútbol femenino a los que deben asistir obligatoriamente y el equipo al que deben animar. Se trata de un cupo mínimo de partidos al año. Para evitar posible sexismo y materialización de las mujeres, se prohíbe alabar o recriminar a jugadoras individuales. La asistencia debe ser activa: hay que animar al conjunto del equipo asignado a cada hincha.
Las entradas están subvencionadas, por lo que apenas hay que abonar el 5% del precio, el otro 95% lo paga el Estado con fondos públicos y se puede desgravar el material comprado para animar (pompones, banderas, etc.)
Pero hay preocupación entre los líderes del pueblo: cobra fuerza un negocio sumergido en el que hay quienes venden un servicio de asistencia a partidos de liga femenina: a cambio de una exigua cantidad van en tu lugar. El Gobierno empezó a sospechar que algo sucedía en la semifinal femenina de la Liga SAREB: el 100% de las entradas estaban vendidas ¡y se habían registrado en los accesos al estadio!…pero al comenzar el partido sólo había veintisiete personas en las gradas del Echenikum.