Claro canta el arroyo
entre el aire musical
las coloridas piedras
de una flauta.
Luna de primavera
salpicado cielo azul
mitificado océano de estrellas.
En el nocturno bosque
de los besos sin edad.
Dulce aroma hechizado
de los astros, las lágrimas
miel de flores dormidas.
Entre la niebla etérea
bosteza un candil,
un reír rasgueado de guitarras
y el llanto del violín
acariciado.
Una ninfa esplendente
danza ante la alborada.
Luna difuminada
por la helada belleza de sus cantos.
Ríe, canta el hada y alza
de la flor el perfume,
viento en sus ojos, de oro
besos de las estrellas.
Y baila y canta...
y goza y danza y vuela;
es el nocturno beso
de ese bosque sin edad
Donde la aurora engarza entre sus dedos
la luna azul,
donde la estela
fragante de un cometa
deshace sus encantos,
goteando con hielo
el arpa de la noche,
riega toda pasión
derramando su néctar
en el regazo eterno del espacio
enamorado,
cuyo secreto
fúgase en la mañana
de ese nocturno bosque
de los besos sin edad.