[Ext. Calles de Madrid u otra ciudad manchega parecida. Día] Vemos a Carmina, una anciana con moñito blanco, de gestos entrañables y mirada bondadosa. Ha cobrado su exigua pensión y se apresura caminando hacia la administración de Lotería más cercana a su domicilio. Allí compra un décimo de Lotería de Navidad a una mujer amable y cariñosa que hay tras un mostrador (y que no se parece en nada a las sabandijas que suelen ostentar esos negocios). Deja en sus manos el boleto -plano subjetivo- que, de pronto ¡emite un brillo especial!. Carmina sonríe. La mujer del mostrador le devuelve una sonrisa cómplice. Casi nos hace dudar de si es una mujer o un ángel del cielo que sabe que se trata de un número premiado. ¿Será esta vez? Carmina mira hacia la lejanía urbana, con esperanza. [Funde en negro]
[Flash-Fwd: Pasamos a: INT. Casa de Carmina, Día de lluvia] Carmina está frente a la televisión, donde acaba de ver el sorteo de Loteria de Navidad, en el que participaba. No le ha tocado ni la puta pedrea. Ni un céntimo. Cámara al hombro nos acercamos a un primer plano: en sus ojos se adivina frustración, desánimo, miedo y un punto de cabreo contra alguien indeterminado. [Funde en negro sobre el que aparece, en letras blancas, el siguiente texto]:
"La posibilidad de que te toque es del 0,00001%.
Matemáticamente.
Deja de tirar el dinero.
Y ponte a currar.
Gilipollas".