Queridos Camaradas:
Ya sabéis que, conceptualmente, el aborto repugna a la razón. Así se percibe cuando, por primera vez, alguien conoce la posibilidad de eliminar a un niño en el vientre materno: la conciencia salta ante lo que se muestra -con crudeza prístina- como un atentado contra la vida más indefensa y la inocencia absoluta, algo que fulmina la justicia más elemental. En ese momento es necesario tumbar la conciencia de forma definitiva. He aquí las claves para engrosar las filas de los defensores del "derecho al aborto":
Ante todo: en el aborto, el protagonista es la mujer. El no nacido no puede hablar, no cometamos el error de centrarnos en él y darle voz.
Dentro de un debate entre pro-vida y pro-aborto, deben desacreditarse las posturas contrarias con argumentos "ad hominem": atacar directamente a quienes rechazan el aborto, resaltar sus defectos "colectivos" -ciertos o falsos-, evitando a toda costa entrar en el terreno científico o moral sobre el aborto.
Obviamente, se debe partir de la premisa de que el aborto "borra el embarazo"; no hay que permitir intuir que el aborto es una tenebrosa fábrica de madres de bebés muertos.
Los argumentos "pro-vida" deben tildarse, desde el principio, como "políticos" o "religiosos": es importante que sus argumentos parezcan "impuestos" por "otros": debemos conseguir la confusión de que se piense que, estar contra el aborto, implica una postura religiosa o -al menos- política.
Fundamental: aunque los "pro-vida", normalmente, se limitan a defender la vida del no nacido, SIEMPRE debe tomarse lo que digan como un ataque a la mujer y a su libertad, no como una defensa del no nacido. La posición de víctima debe ser nuestra a toda costa.
Otro factor importante para defender el aborto es conocer nuestros "tabúes": los pormenores del acto del aborto en sí mismo; el bebé; el negocio millonario de las clínicas abortistas; las estadísticas -de acceso público- del Ministerio de Sanidad sobre el aborto y sus causas. Todo eso, debe evitarse.
Dar por sentado que todos los abortos del mundo son por violación o malformación del feto. Debemos dar por hecho que los abortos "para conservar la calidad de vida" -para mantener un tren de vida determinado, y que son el 98% del total anual, hablando claro- no existen: sonaría egoísta y perderíamos ese barniz de filantropía que tanto nos conviene.
Debemos teñir nuestros argumentos de populismo y piedad "eye-sight": de esta forma, el aborto parece surgido del "amor" (y lo contrario parecerá surgido del "odio"). Más de uno, de dos y de mil se quedarán con el panfleto sin darle más vueltas y lo repetirán como loros, como si lo hubiesen deducido ellos solos.
Ojo con la terminología: no somos "abortistas" somos "pro-elección"; mejor "derecho a decidir" que "derecho a abortar". Etc. Palabras como "muerte" o "bebé" deben ser evitadas a toda costa.
También fundamental: siempre debemos partir de que los "pro-vida" odian a las mujeres que han abortado, aunque no sea así.
Y sobre todo: Nos da igual la Verdad: aquí sólo importa quién tiene el argumento más rápido; no si muere o vive algún bebé o no. Lo de pensar y el aborto no casa: no falla: una persona que le da dos vueltas al asunto es una persona que se pasa al otro bando.
Siguiendo estas simples reglas, la defensa del "derecho al aborto" tendrá un sorprendente resultado: aunque los que nos cargamos a alguien somos nosotros, los que parecerán intolerantes serán los otros.