¡Sargento de armas! Llévese a ese hombre y póngale grilletes. Anote, Sr. Pullings: rebeldes a las cuatro horas.
(«Master and commander»)
Tiene Miguel D’Ors un magnífico opúsculo de varios poemas denominado “Lecciones de Historia” que muestra las peores enfermedades y males de la Humanidad durante segunda mitad del siglo XX. En un momento dado, menciona a los pocos que tuvieron el valor de alzarse y señalar el camino a seguir para evitar el desastre. Recuerdo que lo decía así:
Nadie lo supo, y ellos sostenían
la máquina del mundo.
Luminosos rebeldes, ellos fueron
el rumbo de la Historia
durante la segunda mitad del siglo XX.
Quiero ceder este artículo a dos personajes que –a mi humilde juicio– pertenecen a ese grupo de “luminosos rebeldes” y que a pesar de su prominencia, siguen siendo auténticos desconocidos. Por sus ideas y sus metas es muy probable que ambos acaben aniquilados personal o profesionalmente, pero con suerte pueden marcar los primeros pasos del rumbo de la Historia en este nuevo siglo. Ocultaré sus nombres bajo seudónimos (Tato y Pepe) a fin de permitir juzgar sus actos y sus palabras “ex novo”.
Empezando por Pepe, debemos señalar que es un tipo serio, huraño y antipático. Ha hecho suya la responsabilidad de recuperar a una gente que durante mucho tiempo estuvo gravemente enferma y desahuciada –aun hoy siguen arrastrando la lacra de su enfermedad-. Tiene sobre sus hombros la tarea de revivirlos ante sí mismos y ante los demás, tarea difícil que no sabremos si conseguirá culminar, a pesar de la incuestionable seriedad y determinación de Pepe. Hace no mucho, Pepe, interrogado sobre la situación de occidente y refiriéndose indirectamente a la enfermedad que sufrió su grupo, dijo:
“Están negando los principios morales y toda identidad tradicional: nacional, cultural, religiosa e incluso sexual. Están implementando políticas que equiparan las familias numerosas con parejas del mismo sexo, la adoración a Dios con la adoración a Satanás. La gente en muchas naciones europeas se siente avergonzada o temerosa de hablar de su filiación religiosa. Las fiestas religiosas son abolidas o bien toman un nombre distinto; su significado permanece oculto, tanto como su origen moral. Y se está tratando de exportar agresivamente este modelo a todo el mundo”.(1)
Estas palabras –que leí siendo yo muy escéptico respecto a Pepe, del que sólo conocía el nombre y varios tópicos que circulaban sobre él– me sorprendieron porque chocaban frontalmente con la inalterada, monótona e incontrovertida corriente ideológica establecida en la agenda unificadora del movimiento globalista y su política exterior, con su LGTB, su ideología de género y su generalizada y pérfida idea de que el Hombre es imbécil y si se le manipula adecuadamente, unos pocos pueden vivir de él indefinidamente. Estábamos en 2014 y nada parecía poder frenar ese proceso de “homogeneización” de la Humanidad.
Respecto a los cristianos dijo Pepe que "siempre cooperan con organizaciones estatales y públicas por causa de la educación, la iluminación y la caridad, para fortalecer la institución familiar y la educación de las nuevas generaciones –dijo– Tan grande y constructivo esfuerzo merece un profundo agradecimiento y respeto”. Alabanza que Pepe repitió en abril de 2017 hablando de su papel crucial “en la solución de importantes problemas sociales, en el fortalecimiento de la familia, la educación de los jóvenes y la armonización de las relaciones entre etnias y religiones.” Dos o tres declaraciones más de Pepe en esa línea terminaron de decidirme a prestarle toda mi atención.(2)
Pasando al otro personaje, Tato, diremos que vivía muy cómodamente en el sector privado. Un día miró a su alrededor y vio que no le gustaba la dirección que tomaban las cosas en su pueblo, así que, sin ninguna necesidad personal, decidió movilizarse y saltar a la arena pública a luchar por sus ideas. Fuera por lo contundente de sus planteamientos, por la claridad y sencillez de sus expresiones, por su evidente arrogancia, o por no ir en la línea de lo políticamente correcto, suscitó desde el primer momento fortísimas e hirientes críticas y fue blanco de burlas ominosas (siempre lo son cuando van jaleadas por la envidia -y Tato es rico-): en poco tiempo, los insultos dirigidos a él eran lemas y burlarse de él, una moda.
Parecía que Tato no había empezado a hablar y ya moría, víctima del puñal mediático que le habían ensartado: se daba por hecho que nadie iba a tomarlo en serio. Pero, curiosamente, cuando pronunciaba algún discurso o daba alguna conferencia, el auditorio, inexorablemente, se llenaba. Por la más elemental prudencia, me abstuve de opinar sobre las ideas de Tato hasta que le escuché directamente, sin intermediarios, hablar de la horrorosa crisis económica –de la que aún no acabamos de salir– y de las víctimas y emigrantes forzosos que estaba dejando por el camino:
"He abrazado a madres en lágrimas que han perdido a sus hijos porque nuestros políticos han puesto sus agendas personales por delante del bien nacional. (…) No tengo paciencia para la injusticia, ni tolerancia para la incompetencia del Gobierno, tampoco simpatía por los líderes que fallan a sus ciudadanos. Cuando hay gente inocente que sufre porque el sistema adolece de falta de voluntad, o de coraje, o de la decencia básica para hacer cumplir nuestras leyes -o peor aún, porque se ha vendido a un puñado de lobbies empresariales por dinero-, no puedo mirar hacia otro lado. Y no lo haré." (3)
¡Cuánto fervor para un simple imbécil! Omitiendo adrede la intermediación de periódicos y televisiones investigué a Tato por mi cuenta y escuché sus conferencias y discursos. Aquí y allí fui encontrando fragmentos y grabaciones de sus palabras. Me alarmó constatar lo lejos que habían llegado los medios de comunicación en la labor de silenciar, sesgar y tergiversar sus palabras. Pero también por el mensaje sencillo y deslumbrante de Tato, en contraposición a los oscuros, funambulistas e indescifrables planteamientos de sus oponentes: “A cada padre que sueña por sus hijos y cada niño que sueña con su futuro, esta noche les digo: estoy con vosotros, lucharé por vosotros y voy a vencer por vosotros”.(4)
Cada día que pasaba, las críticas contra él arreciaban y los medios de comunicación cerraban filas para atacarle. Pero Tato parecía tranquilo y determinado; seguro de tener razón y de que al final, invariablemente, se la darían. Sobre su aparición en la vida pública dijo: “Yo no tenía por qué hacer esto. Creedme. No es nada fácil. Pero DEBIA hacerlo. Amo a nuestro país y a su gente y sentí que era mi deber.” Y a continuación subrayaba lo que –a su juicio- era el camino a seguir para conseguir solucionar la actual situación política y socio-económica de occidente: reactivar las riquezas nacionales, proteger la identidad del pueblo y sus fronteras contra amenazas exteriores, dar prioridad a los hijos propios, mimar la educación de los jóvenes y proteger la familia y los valores tradicionales: “si no tenemos familias fuertes y valores fuertes, entonces seremos débiles y no sobreviviremos”.(5) Me gustaba escuchar la claridad de sus palabras, que escondían una fe inquebrantable en sus hermanos: “Nos encontramos ante el nacimiento de un nuevo milenio, listos para descifrar los misterios del espacio, para liberar a la Tierra de las miserias de las enfermedades y para aprovechar las energías, industrias y tecnologías del mañana”.(6) Frase que -para que el lector vea a lo que quiero decir- fue presentada en un periódico de la siguiente guisa: "Tato promete en un discurso que descifrará el Espacio" (y si se burlaban de esa frase, ninguna podía salvarse).
Respecto a la situación internacional dijo sin tapujos (y aunque parezca mentira, fue el único que lo dijo): “Irak es un caos, Irán está en la senda de las armas nucleares. Siria está envuelta en una guerra civil y en una crisis de refugiados que amenaza a Occidente. Después de 15 años de guerras en Medio Oriente, después de miles de millones gastados y miles de vidas perdidas, la situación es peor que nunca”.(7)
En 2016, en medio del horroroso caos de atentados y desembarcos de miles de árabes en Europa y su “crisis de los refugiados”, cuando los medios impusieron a todos la norma del silencio y la sumisión, mientras Grecia era abandonada a su suerte y Macedonia maldecida por cerrar su fronteras, sólo fue Tato el que dijo lo que muchos pensaban: "las personas que hablan en contra del Islam radical, y que advierten sobre los refugiados, no son “islamófobos”. Son ciudadanos (…) decentes que quieren salvaguardar sus valores como sociedad tolerante y que mantener a los terroristas fuera (…)". Palabras que le merecieron el epíteto de nazi y de diablo.(8)
Me sorprendió que en ese punto –relativo a la crisis islamista en Oriente Medio y a los refugiados de países islámicos que estaban desembarcando a millones en Europa– Tato y Pepe, que tenían labores y objetivos esencialmente distintos, coincidían.
De hecho, Pepe había hablado con claridad sobre ese punto:
"La siguiente amenaza evidente es el aumento de los conflictos étnicos y religiosos. Esos conflictos son peligrosos no solo por sí mismos, sino también porque se forman en zonas con vacío de poder y ley, de caos, donde se sienten a gusto los terroristas y los criminales, florece la piratería, el comercio de seres humanos, el tráfico de drogas. Por cierto, nuestros colegas en su momento intentaron dirigir estos procesos, utilizar los conflictos regionales, construir “revoluciones de colores” para sus intereses, pero el genio se escapó de la lámpara. Qué le vamos a hacer, parece que ni sus propios autores entienden la teoría del caos dirigido. No hay más que división y dudas entre ellos. Observamos atentamente las discusiones en las élites dirigentes y entre los expertos. Basta ver las cabeceras de la prensa occidental durante el último año: la misma gente a la que llamaban luchadores por la democracia y después islamistas, al principio escribían de revoluciones y después de pogroms y golpes de estado. El resultado es evidente: una mayor expansión del caos global".(9)
Tato manifestó su afinidad hacia el enfoque de Pepe, suscitando una vez más las burlas y el desdén de los medios: "si alguien necesitaba una señal para saber que Tato nunca jamás llegaría a ningún sitio, ahí tiene su afinidad con Pepe." Fue en ese momento –en el que ya se le daba por acabado y se satirizaba cada gesto suyo, dando por hecho que el desprecio hacia él estaba justificado– cuando, para estupor de los que le daban por sepulto, Tato decidió presentarse como candidato para liderar un de los partidos políticos de su país.
Y si hay algo fascinante de la Historia es que de ahora en adelante no está escrito. Y contra todo pronóstico Tato, el despreciado, el acabado, el ridículo... se hizo con el mando de ese partido obteniendo más del cuádruple de apoyos que el siguiente candidato, colocándose así en la casilla de salida para las elecciones generales de su país.
Las risas y burlas se tornaron silencio y estupor: que Tato iba a competir por gobernar su país ya no era una ironía o una broma: era ya una realidad. El respaldo y la aclamación del populacho (al que creían ya aleccionado sobre tan ridículo personaje) fue algo inesperado. Enconaron sus ataques y se pasó al grueso calibre: se le tachó de obseso, de tarado, de arrogante, de nazi, de cerdo, de ladrón y de déspota. Finalmente, se le tachó de traidor. Fue tal la intensidad y la monolítica unidad de los medios de comunicación contra Tato que recuerdo que pensé que, antes o después, Tato se desmoronaría bajo se peso (o que le pegarían un tiro en algún pasillo). Pero ¡oh, prodigio! se le veía inmutable, convencido de que antes o después quedaría patente su acierto.
Conforme se aceraron las elecciones en su país, y a la luz de los sondeos, los ataques de los medios fueron tornándose en alaridos de terror: nunca antes alguien fue zaherido de forma semejante ni se intentó con tanto encono segar a alguien de la escena pública. Llegó finalmente el día de las elecciones y sus enemigos ya guardaban un silencio tenso: habían hecho todo lo posible por convencer al mundo de que Tato era un peligro oculto para la libertad y para occidente y daban por hecho que su carroza se haría calabaza con los primeros sondeos.
Pero a las 2:40 a.m. del 9 de noviembre de 2016 se anunció al mundo que Tato había ganado las elecciones de su país, convirtiéndose en el 45º presidente de los Estados Unidos de América.
Al día siguiente el Dow Jones rompió todos sus récords al alza y le siguieron la Stock Excahange y el Nasdaq. El “mamarracho”, el “idiota”, el “mujeriego”, el “nazi”, el “cerdo completamente incompetente con ideas peligrosas, con serios desórdenes psiquiátricos, sin ningún conocimiento del mundo”, había sido votado por casi 63 millones de personas.
Y en este punto Tato también coincide con Pepe, porque Pepe también es presidente de su país, Rusia. A pesar de ser sus países antiguos rivales, ambos, Tato y Pepe, han mostrado su mutua simpatía, pero no parece que vayan a poder acercarse pronto, porque sus oponentes, lejos de ceder y aceptarla realidad han desplegado todo su aparato para impedir que Tato consiga cumplir sus promesas.
La carrera, no obstante, solo está empezando. Yo también he sentido (a pequeña escala) ese mismo desprecio y falta de apertura al diálogo cuando he defendido algo de Tato: siempre se me ha cortado a media frase, o se me ha enterrado en lemas, consignas o epítetos ya conocidos, bien alineaditos con el manual de lo polite con el que me han querido golpear en la cabeza.
Por eso he querido traer las palabras de Tato y Pepe a este artículo y que sean leídas sin calificativos previos ni intermediarios: quizá consiga que alguien más pueda experimentar el vértigo de comprobar lo denso, oscuro e incuestionable que es el poder de los medios de comunicación en manos de una minoría convencida de que las personas debe ser manejadas por su propio bien y no hay necesidad de razonar o justificar las formas de actuar encaminadas a conseguirlo. Hoy, esa minoría dicta la tendencia de la globalización. Si alguien se opone, está maldito ab initio.
Ahí queda eso. No pretendo presentar a Tato o Pepe como salvadores o mesías, ni como espíritus puros e infalibles (que no lo son en absoluto), pero sí son lo que dije al principio; inconformistas, rebeldes que iluminan las opciones marcadas por una libertad no precocinada en ningún comité de oligarcas o élite ignota con ansias transnacionales. Y eso hoy, cuando la aplastante bota del pensamiento único nos dicta qué debe tragar o no nuestra conciencia, es decir mucho.
Que ellos estén ahí y no otros, significa que los antiguos mecanismos de los padres patrios han funcionado y superado la ambición de unos pocos. Que el guión del Hombre no está escrito. Que lo que la directiva globalista que quiere perpetuarse al mando de las naciones para su propio beneficio puede ser derrotada por esos que Hillary Clinton definió como "Gente lamentable" (expresión que sirvió a Juan Manuel de Prada para titular un artículo que vale la pena leer).
Poco después de su victoria, Tato visitó Polonia donde pudo dirigir unas palabras a sus anfitriones. (No había escuchado este tono en un discurso de un presidente yanki desde JFK) Aquí la dejo y con ella termino:
“Durante dos siglos, Polonia sufrió ataques constantes y brutales. Pero si bien Polonia pudo ser invadida y ocupada, y sus fronteras incluso borradas del mapa, nunca pudo borrarse de la historia o de vuestros corazones. En esos días oscuros, perdisteis vuestra tierra pero nunca perdisteis vuestro orgullo.
Así es que, con verdadera admiración, puedo decir hoy que desde las granjas y aldeas de vuestro campo hasta las catedrales y plazas de vuestras grandes ciudades, Polonia vive, Polonia prospera y Polonia prevalece.
A pesar de todos los esfuerzos para transformaros, oprimiros o destruiros, vosotros soportasteis y vencisteis. Sois la nación orgullosa de Copérnico -pensad en eso-, de Chopin, de San Juan Pablo II. Polonia es una tierra de grandes héroes. Y sois un pueblo que sabe el verdadero valor de lo que defendéis.
El triunfo del espíritu polaco durante siglos de penurias nos da toda la esperanza de un futuro en el que el bien conquista el mal y la paz logra la victoria sobre la guerra.”
Que Tato y Pepe estén ahí contra los designios de todos los oligarcas que se conjuraron contra ellos, es una gran noticia. En palabras de Tato: nos da toda la esperanza de un futuro en el que el bien conquista el mal.
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1.- Discurso de 19 de septiembre de 2013 en el Club Valdai.2.- Felicitación de Pascua rusa, 12 de abril 2015.3.- Discurso ante la Convención Republicana de Cleveland. Julio 2016.4.- Ídem.5.- Discurso en Varsovia, 6 de julio de 20176.- Discurso de investidura. Enero de 20177.- Discurso ante la Convención Republicana de Cleveland. Julio 2016.8.- Discurso en West Palm Beach, Florida. 15 de septiembre de 20169.- Discurso ante el Club Valdai, el 24 de octubre de 2014.