PREGUNTA: ¿Hay que volver tanto sobre este tema? ¿No hay cosas más importantes?
RESPUESTA: Sí: hay cosas más importantes, pero eso no quita que esto también lo sea. Y de lo que más en este momento: salvar vidas -querer salvarlas, al menos-; no querer estar en el grupo de "los que no hicieron nada", de "los que callaron", de los que se hicieron cómplices con su silencio.
PREGUNTA: ¿Quién cree tener derecho a meterse en el ámbito estrictamente personal de una mujer y su embarazo?
RESPUESTA: La pregunta está mal planteada. La defensa de la vida se hace frente "al aborto", no frente a las mujeres que abortan o quieren abortar. ¿El motivo? El mismo que lleva a un desconocido a -por ejemplo- lanzarse a salvar a un bebé que cae en una piscina, aunque no sea su hijo: salvar su vida. Ese niño no merece morir. Ningún niño merece morir, cualesquiera que sean sus problemas o los de su entorno. En el aborto pasa exactamente lo mismo.
PREGUNTA: ¿Pero quién puede obligar a una mujer a tener un hijo?
RESPUESTA: Nadie puede obligar a nadie a tener un hijo. Ni a no tenerlo. Sin embargo el aborto no es una manifestación de la libertad de la Mujer: el aborto es, en primer lugar, la aniquilación de un ser humano indefenso e inocente. Yo también fui un feto. Y tú. Y la que aborta. Lo dramático del aborto no es que se obligue o no a una mujer a tener un hijo, sino la legalización de su práctica sin haber resuelto la cuestión previa: ¿Estamos legitimados para decidir que otra persona viva o a muera antes de nacer?
PREGUNTA: ¿Un embarazo por violación no es un caso clarísimo de aborto justificado?
RESPUESTA: Presentar el aborto como la solución a una violación exige dar muchas cosas por supuestas. El aborto no es una goma de borrar o una máquina del tiempo que nos lleva al momento previo a la violación. Castíguese al culpable, ayúdese a la mujer con todos los medios posibles. Al niño, en cambio, ni tocarlo: es inocente. Nadie ha querido darle la vida; nadie tiene potestad para darle muerte. Eliminar al no nacido no va a borrar los estigmas horrorosos de una violación. Por otro lado, la cola de parejas esperando para adoptar da varias vueltas a la manzana. Y si alguien necesita más argumentos, Miss Pensilvania los tiene: ni el más sabio conoce el fin de todos los caminos.
PREGUNTA: ¿Y si el niño viene con graves malformaciones? ¿Hay que condenarle a una vida de sufrimiento?
RESPUESTA: "Condenar a vivir" no es una expresión coherente. "Condenar a morir" sí lo es. Sentar que tener problemas desemboca en una vida de sufrimiento es muestra de un egoísmo descomunal, una hipocresía creada sobre la utopía de una vida "sin problemas" (irreal, ficticia). Usar ese argumento para liquidar a un nonato repugna a la razón como cualquier argumento de la eugenesia nazi o comunista para eliminar a los niños "down" o con problemas cuando nacían. Lo de las malformaciones es de traca. Supone un 1% de los abortos anuales y aún así es uno de los diagnósticos fallidos más extendidos. Ahí tenemos a Anna Valle. Los médicos recomendaron a su madre que abortara, porque estaba gestando un monstruo. En 1995 el "monstruo" fue proclamado "Miss Italia". Es sólo una muestra. Otros no tienen tanta suerte...
PREGUNTA: En una familia con pocos o ningún recurso económico, si la mujer queda embarazada "sin desearlo" ¿no es evidentemente ridículo perjudicar a los hijos nacidos a costa de dejar que progrese ese nuevo embarazo?
RESPUESTA: Decidir la muerte de un no nacido por motivos económicos y de "calidad de vida" es, sencillamente, abominable, porque pone la comodidad de unas personas por encima de la vida de otras. Ningún bebé es un perjuicio, nunca. La sociedad "del bienestar", en la que se aspira a la comodidad económica como bien supremo crea espejismos como ese: llegamos a pensar que un nuevo hijo es una maldición y decidimos que "bien vale acabar con su vida". Craso error del que sólo brota una profunda desesperación.
PREGUNTA: ¿Y si la vida de la madre corre peligro por el embarazo?
RESPUESTA: La casuística (¿y si...? ¿y si...?) busca encontrar "casos en los que sí" y "casos en los que no". Podemos zanjar sin más rodeos la cuestión: con el aborto todos los casos son "que no". El ser humano no es Dios. La vida de la madre es sagrada. La vida del niño, también; pero ninguna de las dos vidas es superior a la otra, ni es eterna: ambos morirán, pero no deberá ser por decisión unilateral de ningún "igual". Admitir esa opción "unilateral" implica una injusticia bestial. El axioma "la vida de la embarazada corre peligro" debe completarse, además, con los peligros inherentes al aborto: peligros que pueden no implicar necesariamente la muerte, pero si el agostamiento definitivo de la vida.
PREGUNTA: ¿No es vergonzoso enfrentar el aborto como un crimen y tomar a las mujeres que han abortado como criminales?
RESPUESTA: En primer lugar, las mujeres que han abortado son, en todo caso y sin excepción, víctimas de una trampa abismal. El aborto, que se les presentó como una "solución", les carga un peso que nadie, en su sano juicio, puede soportar. La ayuda a estas mujeres es un tesoro escaso pero imprescindible, para que logren superar el infierno silencioso e implacable en el que hunden tras la experiencia del aborto (y del que tan poco se habla): su testimonio de la realidad diabólica que esconde el aborto es parte necesaria de la salida que buscan de forma desesperada.
PREGUNTA: ¿Y no resulta utópico intentar cambiar la ideología y la política actual del aborto por otra más abierta a la vida?
RESPUESTA: Es muy difícil. Pero fue igual de difícil instaurar el aborto. En su autobiografía, Bernard Nathanson, prócer del derecho al aborto, desvela con frialdad las técnicas que utilizaron para tumbar las leyes americanas en 1970. Tenemos ejemplos muy recientes de políticas e ideologías injustas que parecían irreversibles y que finalmente cayeron (discriminación racial en USA, comunismo, etc.). Es una simple cuestión de valor, de tiempo, de esfuerzo. Antes o después el mundo, la Historia, pondrá el aborto en el sitio que le corresponde; como una de las aberraciones más tenebrosas cometidas por el Hombre.
Hoy y ahora, esta descomunal batalla entre el bien y el mal, entre la vida y la muerte se libra en el corazón de cada persona.
Hoy y ahora cada uno debe decidir en qué bando está.