Precious
Un truño paquidérmico
Un truño paquidérmico
Una de las películas que he visto estrenarse en una sala de cine es «Precious», una película conmovedora en extremo -sobre todo en el extremo referente al dinero gastado en la entrada: vista la película, resulta claramente un precio (un precious) excesivo.
La cinta narra parte de la vida de una chica peculiar, inmensamente gorda, fea y muy tonta a la que el mundo le pasa por encima una y otra vez de una forma que raya la Sci-Fi.
No es una película con un mensaje. Ni siquiera, pienso, es una "película" en el sentido coloquial de la palabra. La chica se limita a recibir con total pasividad fortísimas collejas venidas desde un destino aciago y oscuro que se empeña en odiarla. Ella no se hace preguntas, ni propósitos, ni nada: se limita a recibir los golpes que le envía -con sus palabras- "Dios o quien sea". Casi puede decirse que la gorda se empeña en que la vida la machaque. Y claro, a la chica no sólo la viola su padre: la deja preñada y da a luz a una niña mongoloide en el suelo de la cocina mientras su madre le patea la cabeza -todo pasa en la peli, de verdad- (¿ya dije que roza la ciencia ficción?).
En el cine, me sorprendí a mi mismo agarrando con furia los reposabrazos de mi butaca y con unas ganas inmensas de encontrarme a esa imbécil para darle una patada en el culo por su falta de ambición, de orgullo, de metas. La tía es un descrédito para toda raza humana.
Puede que en la película haya algún momento ameno, e incluso que haya cierta originalidad en la dirección y la puesta en marcha técnica, pero ya apuntó una de las mentes más lúcidas del siglo XX que no hay mucho mérito en encontrar una plaza en lo inédito del pensamiento. Para ver el lado oscuro de la vida ya tenemos la vida misma todos los días; no hace falta ir al cine. El arte tiene un fin revelador y enriquecedor que debe distinguirlo de lo que se ve en las pantallas de seguridad del metro. En "Precious" eso no sucede: es como un reality en el que pasan cosas exageradamente desagradables y anodinas.
Y por eso «Precious» es un tufo, una estafa al espectador... por muchas nominaciones a los Oscar que tenga. Una historieta que lo único que pretende es conmover –o remover– a base de desgracias desproporcionadas sufridas por un ser inocente.
La película acaba con la típica pantalla en negro en la que se dedica la película a todas las chicas «Precious». Por eso me apresuro a gritar desde aquí a esas chicas «Precious», si es que existen, que no merecen ninguna dedicatoria: que despierten, que peleen la vida en la medida de sus posibilidades, que maduren y que se conviertan en personas.