Estos días podemos ver materializarse la ley enunciada por Ratatouille ("No cualquiera puede convertirse en un gran artista, pero un gran artista puede provenir de cualquier sitio. Es difícil imaginar un origen más humilde que el del genio que ahora cocina en el restaurante Gusteau, y quien, en opinión de este crítico, es nada menos que... el mejor chef de Francia.”).
Ver al cani ese de Masterchef (Carlos) haciendo magia entre fogones -y ver a sus compañeros, más formados, más entrenados, sufrir a lo Salieri- encierra toda una lección para la vida. Es un gebo, con cuernos en las orejas, cuando abre la boca, todos salimos corriendo...pero amigo mío, cuando enciende la cocina, a los demás mortales sólo nos corresponde el silencio y la admiración. Él puede ser vulgar... "pero os aseguro que su cocina no lo es"...