Evangelio de Navidad para mis hijos
(y felicitación para todos)
24 de diciembre de 2022
24 de diciembre de 2022
Niños: poneos los abrigos.
La estrella se ha parado y brilla con fuerza sobre Belén.
Vamos a ir porque parece que Dios sigue empeñado en salvarnos y por eso, para eso, va a nacer esta noche.
¿Os acordáis cuando nació Max? Hace falta un médico y un lugar muy limpio y con calefacción. Hay enfermedades, hacen falta medicinas. Y ropa. Y pañales. Y utensilios. Pues flipad: Dios -que hizo el frío y el calor, al que ve y al que no ve- no tendrá nada de eso. El INE ha convocado un censo obligatorio y la oficina más cercana para María y José era la de Belén. A ver: si yo fuese Dios y estuviese a punto de nacer, haría llover fuego sobre el INE y le evitaría a mis padres el viajecito saliendo de cuentas y, de paso, nazco tranquilo en Nazaret, ¿no? ¿No? Pues parece que no son esos sus planes. Han tenido que viajar a Belén y claro, ha pasado lo que tenía que pasar: la Virgen se ha puesto de parto al llegar. Así que ni médico, ni calefacción, ni ropa, ni comida, ni nada. Dios va a nacer sin nada. Bueno, juega con una ventaja: ya sabéis que su Madre es especial. Muy especial. María es única, de hecho. Pero todo lo demás son desventajas. A Dios es difícil entenderlo.
Pero hay más.
Ya de parto, han ido a todos los hoteles de la zona pidiendo una habitación. Pero no les han aceptado en ninguno: nadie quiere llantos de recién nacido ni parturientas molestando a la clientela. Y les han dado con la puerta en las narices.
A ver, si yo fuese Dios y le hiciesen eso a mi Madre, enviaría treinta legiones de mis mejores ángeles a demoler esas fondas y a que luego me despejasen una suite en el Marriot, ¿no? ¿No? Pues no. Han acabado en una cueva con un establo de animales. Y José contentísimo porque dice que las vacas dan calor. Ha limpiado un pesebre abrevadero y ahí han preparado una cuna. Dios va a nacer en un pesebre. Ya os he dicho que a Dios es difícil entenderlo.
Pero hay más.
Nadie va a poder ayudarlos porque casi nadie se ha enterado. María y José no tienen muchos seguidores en Instagram. De hecho no son muy populares. Parece que el plan de Dios no va como el nuestro: José no es un empresario rico, ni un funcionario con puesto fijo, ni un futbolista famoso, ni un magnate de la industria del cine, ni un prestigiosísimo y aclamadísimo jurisperito como vuestro padre. Chavales: es carpintero en Nazaret. No en Roma. No en Nueva York –donde podría montar un emporio maderero– no: en Nazaret. Así que si os preguntabais si alguien puede ir más pillado de pasta que nosotros, la respuesta es sí: Dios. No me miréis así, yo no lo entiendo. Si yo fuese Dios haría alguna carambola y pondría a José de jefe de Inditex, o lo convertiría en famosete o, incluso, en Ingeniero De Caminos, Canales Y Puertos, ¿no? ¿No? Pues no: un carpintero. En el cole, las mamás de los otros niños —víboras— lo llamarán “el hijo del carpintero”. No parece que eso vaya a despertar mucho interés por invitarle a los cumples de los de su clase... A ver. Si yo fuese Dios y me tomase la molestia de venir a salvar el Mundo, intentaría hacerlo un poco creíble: me haría notar, guardaría una imagen mínimamente atractiva ¿no? O sea, como si fuese Dios ¿no?: cunita de marca, fotos ideales, equipo de médico deluxe, carromato de ocho caballos, algún jefecillo de estado trayendo flores, ¿no? ¿No? Pues no. Pesebre. Mula. Buey. Caca, Cueva. Frio. Hambre.
Es difícil entender a Dios, niños.
Pero es que aún hay más.
El que gobierna en la zona es un lerdo de agárrate y no te menees y se ha enterado de que hoy va a nacer el Rey de los Judíos. En los sondeos va fatal y como no quiere que nadie opte a su puestecillo —con su palacete, sus carros oficiales y su fiesta de fin de año con la danzarina hortera de moda a medio vestir– ha decidido matar a todos los niños de la región con menos de dos años. Dios está a punto de nacer para salvarle y el muy capullo va y lo pone en búsqueda y captura. Es el resumen de la Historia de los Hombres. Si yo fuese Dios, ya con Adán y Eva habría tirado del cable, le habría dado al reset, ¿no? ¿No? Pues no.
Poneos los abrigos porque Dios nos quiere y va a seguir adelante con el plan y viene para salvarnos a todos: a nosotros, a Herodes, a los del INE, a las madres del cole que no querrán que su hijo se junte con Él, a los dueños de los hoteles de Belén, a las danzarinas horteras de moda, a los envidiosos que lo odiarán, a los avidillos de poder que lo utilizarán, a los buenos que son malos, a sus enemigos y a sus amigos, incluyendo al traidor que –es Dios, lo sabe todo– al final, conseguirá que lo maten de una forma horrible.
Y aunque es difícil entender a Dios, niños, parece claro que, para ser Dios y aún así querer atravesar una vida como la nuestra, llena de dolores, enfermedades, traiciones, envidias sufrimiento, virus, impuestos y gente del Barsa, el único motivo plausible es el amor. Ya lo entenderéis: el día que os mole una cría querréis ir con ella a todos sitios, vivir todas aventuras y desventuras, saberlo todo de ella. Pues Dios, más: hasta tiene contados los cabellos de nuestra cabeza.
Nuestro Dios es un Dios celoso.
Y ya va venir. Esta noche nacerá Dios, hecho un bebote indefenso.
Así que poneos los abrigos, niños. Vaciad las mochilas del cole y meted leche, ropa, comida, zumos, galletas de chocolate, mantas y los mejores juguetes que tengáis.
Nos vamos a Belén.
De camino pasaremos a recoger a los abuelos. Y a los tíos. Y a los primos. Y a todos nuestros amigos, del cole y de siempre. Y todos juntos les llevaremos todo lo que podamos. Y cuando nos vea, su Madre inmaculada nos sonreirá, señalará al bebote y nos dirá:
—Mirad: es Dios.
Desde Belén, los Morán Lara os deseamos a todos feliz Navidad.