Momento en el que la propuesta de reforma de la ley del aborto que -de facto- conlleva el aborto libre, supera la votación en el Congreso de los Diputados.
Las ministras del partido artífice se felicitan y lo festejan ante las cámaras, que dejan constancia. De izquierda a derecha: Elena Espinosa, Trinidad Jiménez, Beatriz Corredor y Bibiana Aído, esta última mereció el funesto honor de ver cómo la ley pasó a conocerse como "La Ley Aído".
Una imagen para la Historia.
El Ejecutivo de Rodríguez Zapatero ha iniciado la reforma de la 'Ley del aborto', con la finalidad reducir hasta los 16 años la edad mínima para poder someterse a un aborto. Es maravillosa la confianza del Gobierno en las niñas españolas. Yo -qué capullo- estoy convencido de ninguna mujer –y menos si tiene dieciséis años- es capaz de soportar algo así. Algo así destruye a una mujer de dieciséis, de veintiséis o ciento dieciséis años...
De hecho el aborto resulta –si cabe– aún más tenebroso en el caso de una niña de dieciséis años. Es un hachazo profundo en un árbol joven. Una chica de dieciséis años se está formando como mujer. Con dieciséis años, su cuerpo y su espíritu se están levantando, erigiendo, como una fuente capaz de ofrecer inmensas cantidades de vida y amor.
El aborto es un bombazo en el momento y el lugar más delicado del alzamiento de esa fuente.
Pero ese es otro tema. Aquí lo importante, no es sólo la chica; lo importante es el nene, la criatura. Los artífices de la nueva ley sólo hablan de los derechos de la mujer. Ni se plantean los del no-nacido.
En España ya ni se menciona el hecho -brutal-de que aún nadie con autoridad científica haya tenido el valor de decir que el embrión, tras la fecundación, no es un ser humano. Y eso, por el simple hecho de que –los que tienen autoridad científica y no se prestan a quien más les pague o a lo que dicte las modas y se ciñen a lo que se ve en el microscopio y en los tubos de ensayo– no se permiten el lujo de adulterar la verdad: son científicos.
Científicamente y matemáticamente sólo se sabe una cosa, empírica, demostrada y publicada y que todos hemos aceptado como cierta y comprobable, igual que la existencia de Australia o de las zanahorias: la información genética de las células embrionarias, desde ese “segundo cero” es distinta a la de la madre y a la del padre… y que si se deja estar, de ahí puede salir Beethoven, o Zidane, Tom Hanks o Bibiana Aído, pero no un cisne, ni un piano, ni un nuevo par de ojos de la madre, ni otra madre igual.
Han quedado cubiertos de polvo –por absurdos- los argumentos que decían que no es un ser humano, porque no tiene forma humana (por esa regla de tres mi profesora de derecho mercantil no era un ser humano), o aquel otro que decía que la mujer puede abortar ya que ella es la que hace que el niño se desarrolle: sin la madre, eso se muere, lo que, por lo visto, le da plenos derechos sobre ese nuevo ser (Por esa regla de tres, muchos no son humanos a los treinta porque viven con/de su madre).
El aborto no es un tema secundario: es una cuestión moral de primer orden, y su gravedad es tal que sólo el hecho de que se haya aprobado legalmente su práctica en muchos países “desarrollados” hará que esta generación tenga que rendir cuentas ante Dios y ante la Historia; porque si el aborto no es un crimen –no se mata a un ser humano-, entonces no pasa nada…pero, ay Dios mío, si es un ser humano entonces hemos relegado a Hitler y a Stalin a nivel de aficionados. Sin ir más lejos, este mes, he oído defensas del aborto -una de ellas de labios de una ginecóloga, hay que joderse- que defienden la necesidad del aborto con argumentos como "malformación del feto", "egoísmo de los padres por traer a un niño deforme al mundo" (lo generoso es eliminarlo, parece ser), "embarazo por violación".
Pues lo siento: todo eso me suena a la Endlösung que en Alemania, allá por los años cuarenta, amparaba el exterminio de aquellos que, los propios alemanes, señalaron como dañinos o no-humanos para el imperio Germano y su raza. Pero que nadie se equivoque, por mucho rango de ley que tuviese aquella norma, la Historia los sentó en el banquillo y los colgó a todos por asesinos.
En España el Gobierno de Zapatero ha aprobado de un plumazo la subida de impuestos más alta de la historia de la democracia y la ley del aborto más sangrienta de Europa. Lo increíble es que los periódicos y los telediarios, al día siguiente, sólo hablaban de la subida de impuestos. No deja de ser llamativo que esos seres, los no nacidos, los inocentes, los sin-voz, estén en un puesto muy secundario con respecto al dinero que tendremos el mes que viene en nuestra cuenta.
No me gusta ser agorero, pero esto pinta a ocaso. La Fuerza que guía la Historia siempre interviene de manera devastadora en el preciso momento en que la Humanidad se empeña en volver tomar el desvío de la autodestrucción: de Roma a los nazis, los ejemplos de imperios reducidos a escombros son ya un buen montón (de cenizas). Y ahí estamos ahora mismo (toma nota Tío Sam, que en tu suelo bendices 700 mil abortos quirúrgicos al año -sin contar los "medicamentosos"-).
Habrá que profundizar más adelante. Por ahora basta con lo dicho. Si aun no sabemos de forma matemática si el embrión es un ser humano o no lo es, el hecho de que el aborto se practique es de por sí una negligencia criminal. El símil puede ser burdo pero sirve: yo no puedo acelerar el coche si veo algo que parece una persona tirada en la carretera: igual es un hombre, o igual no… pero, por si acaso, no voy a pasar por encima.
El caso es que estamos en 2009 y nadie con autoridad científica ha afirmado aun que el no nacido no sea un ser humano.
No sé si me explico.
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P.S.: Hace dos años, en Uruguay, el Congreso aprobó una ley semejante (denominada Ley de Salud Sexual y Reproductiva). En el momento de la ratificación, el presidente uruguayo, Tabaré Vázquez (presidente de "Frente Amplio", partido de ideología comunista, socialista y marxista) vetó la ley, ejerciendo una potestad 'de emergencia' que la Constitución uruguaya concede al Presidente en casos de especial gravedad. Tabaré Vázquez -que además de presidente, es oncólogo, es decir, ha usado el microscopio y ha visto la verdad con sus propios ojos, no en un programa de Antena 3- fue coherente con las convicciones personales, dejando a un lado "la disciplina de partido" y la "ideología de izquierdas" de su agrupación política. Adjunto texto del documento ABAJO, que como la foto que abre este artículo, queda consignado por escrito para la Historia. No tiene desperdicio.P.S.2: Aquí está el link a la versión original de "The Silent Scream".